Leyendo Dos días de
septiembre viajamos hasta el Jerez
de 1960, dónde encontraremos a ricos muy ricos, pobres míseros y una clase
media sometida a los caprichos de los
caciques. A pesar del tiempo transcurrido, todavía planea el fantasma de la
guerra civil.
Comienza presentando personajes y situaciones sin conexión aparente para
ampliar el campo de forma progresiva, mostrando vínculos, circunstancias
personales o hechos del pasado que han marcado la forma de ser de cada uno. En
lugar de darlo todo hecho, obliga a elaborar el conjunto a partir de los datos
que aporta y a relacionarlos unos con otros a medida que vamos leyendo. Aunque
en la segunda mitad profundiza más en algunos personajes, no hay un protagonista. Apenas pasa nada. Lo que
importa no es la acción sino la situación. Se refleja la vida cotidiana del
pueblo, costumbres, y la presencia
constante del vino, elemento siempre presente en la relación entre las
personas, las cosas y el paisaje.
Comienza el libro con Lucas y
Joaquín, robando uvas en la viña por la noche para mitigar el hambre que pasan;
suenan disparos desde el Bienteveo y Lucas y Joaquín huyen. Ambos viven en una
extrema pobreza, sin ocupación conocida; Miguel les ayuda a encontrarla y, al
final de la obra Joaquín tendrá un inesperado final.
Cuando lo contrataban, Joaquín
también cantaba pero, últimamente, no podía, debido a su estado de salud,
agravado por el elevado consumo de alcohol, consumo que le reprochaba
constantemente Lola, la mujer con la que vivía.
Estos tres personajes constituyen el eje del grupo social de
los trabajadores, sumidos en la mayor de las miserias.
Por
otro lado, aparece el gran grupo de la burguesía, que mantiene a los
trabajadores sometidos y sin los derechos que les corresponden; lo forman Don
Gabriel Varela, propietario de
Monterrodilla; Don Andrés, propietario de la viña “Las Talegas”, quien se siente
mal porque la hacienda le proporciona mucho dinero sin hacer nada y, para
acallar su conciencia, manda llamar a Marcelo Ayuso, tendero, para que se
encargue de comprar un manto a la
Verónica y ofrecer una comida a los pobres del pueblo; por
último, la tercera pareja de este grupo lo constituyen los amigos Perico
Montaña -gerente de la hacienda "Valdecañizo"- y Miguel, un huérfano
a quien su familia había dilapidado la fortuna que le dejaron sus padres en
herencia; por lo tanto, debe trabajar para ganarse el sueldo y no se siente
satisfecho con su vida, regida en su totalidad por su exagerada afición al vino.
En conclusión novela que al principio cuesta leerla pero cuando lo has
conseguido te produce satisfacción
literaria.
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